La galería capitalina Campeche presenta una exposición colectiva organizada por Abraham Cruzvillegas a partir de vínculos afectivos
- MARIA OLIVERA
“Léase por favor este enredo como un quipu, de tal manera que provoque una epifanía solferina y esmeralda, como los lunares en la espalda baja de alguien –bocabajo sobre la grama del parque Panhandle, o en Barra de Potosí, o en Chacahua, o en San Agustinillo, o en Chacalilla, o en el tristemente célebre parque de la Bombilla– abrazadxs por la(s) persona(s) amada(s) y por el Aire fresco en el verano del amor”. Con estas palabras Abraham Cruzvillegas cierra el texto de sala de una exposición surgida con el pretexto de continuar una conversación que el artista –organizador, maestro y amigo– ha sostenido con diversos agentes desde 1987, y que continúa hasta nuestros días.
Aire fresco en el verano del amor, exposición que puede visitarse en la galería Campeche de la colonia Roma Sur (Ciudad de México) hasta el 21 de octubre, surge por iniciativa de Cruzvillegas con la idea de celebrar y compartir, de formular una suerte de manifiesto con lxs participantes de la muestra pero también con lxs galeristas y el público que se suma a esta conversación. “Fue un proyecto que le propuse a Fátima González porque me dio mucho gusto que tomara la decisión de aventurarse a una cosa tan complicada como es una galería de arte”, nos comparte. El proyecto de la exhibición en sí mismo es una confirmación de la amistad que sostiene que todxs lxs involucradxs, en distintos niveles de compenetración, pero siempre de manera horizontal.
La muestra reúne el trabajo de veintitrés artistas de México y el extranjero, de diversas generaciones que tienen en común la conversación con Abraham Cruzvillegas. La exposición integra obras en formatos como collage, pintura, escultura e instalación; la mayoría de las piezas son de producción reciente, creadas entre 2019 y 2023, aunque hay un salto al pasado con una fotografía de Andrés Garay de 1987. A primera vista no es tan evidente el hilo conductor que pone en diálogo las obras, para ello hay que acercarse a la historia de cada artista. Al hablar de cada pieza Cruzvillegas identifica no sólo las características formales o poéticas de las obras sino los afectos, vínculos e intereses involucrados. Conoce a algunxs participantes de salones de clases, a otrxs, como a Guillermo Santamarina, de años atrás.
Al recorrer la muestra junto al organizador nos adentrarnos en un mundo que se expande y enriquece. Además de presentar La persistencia de Caín, seis fotografías intervenidas con gouache, Obed Calixto tiene un trío de son y huapango huasteco llamado Los Descarados. Rita Ponce de León expone tres dibujos de tinta sobre papel en formato de 4 x 4 cm titulados Estamos juntas, estamos vivas (2020), La única oportunidad (2023) y Secreto (2023); además, cuenta Cruzvillegas, es una excelente bailarina de capoeira. Gustavo Rodríguez Valtierra es artista visual y arregla vehículos, de ahí su pieza Debajo del auto (2023), creada con una franela gastada que conjunta la historia de la pintura y la de los accidentes de tránsito… Las descripciones emotivas de cada trabajo iluminan la proximidad que el artista mantiene con cada unx de sus colegas, lo que hace de esta muestra una conversación caótica e inestable pero también plural y refrescante.
La reflexión de fondo es una pregunta en colectivo: ¿qué significa la amistad? ¿Cómo podemos tejer nuestros afectos en una realidad violenta, consumista, que deshecha con facilidad las relaciones humanas? Abraham Cruzvillegas reconoce la necesidad de experimentar el compañerismo y, aunque el deseo de estar juntxs se acentuó después de la pandemia, este interés tiene su origen en los testimonios de una sociedad quebrada desde hace muchos años. Lo que aquí se gesta es entonces una invitación a volver a las relaciones uno a uno. En conjunto, la exposición busca posibilidades en la sanación, en la reconstrucción del deseo: “Como decían los situacionistas: ¿cómo podemos convivir, desearnos, estar juntxs de manera respetuosa y cariñosa, sin destruir?”.
Cruzvillegas insiste en no autodenominarse curador, en parte por el respeto a esa figura, en parte porque lo que busca son pretextos y espacios para confabular, conspirar y convocar. El ejercicio de organizar exposiciones colectivas es consecuencia de la necesidad de estar con gente querida: “Para mí esto es un manifiesto de la amistad que toma forma de exposición”. Es también un motivo para hablar del arte emergente entendiéndolo no sólo como el trabajo de gente joven (y no tan joven en algunos casos), ni como los hallazgos del arte del futuro, sino simplemente como aquellos artistas que, a través de diversas prácticas, están dando pautas a nuevas preguntas en el siglo XXI.
El título de la muestra hace eco de otra exposición con el mismo nombre, 30 años atrás; fue curada por Guillermo Santamarina y Abraham Cruzvillegas participó como artista. “Me gusta crear esta bisagra en el tiempo donde ahora él [Santamarina] participa como artista y manifiesta de manera explícita esto de lo que estamos hablando, la amistad. El aire fresco son estas personas, que para mí representan el futuro, y el verano del amor es la historia de mi vida”.
En
Aire fresco en el verano del amor participan Abraham González Pacheco, Abraham Julián Togar, Alejandra Avilés, Andrés Garay, Ángel Marcano, Anousha Mohtashami, Ayako Sakuragi, Bayo Álvaro, Eun Sol Lee, Gabriel Moraes Aquino, Guillermo Santamarina, Javier Carro, Gustavo Rodríguez Valtierra, Jazael Olguín Zapata, Marcela Calderón Bony, Milana Gabriel, Mónica Herrera, Salvador Xharicata, Obed Calixto, Rita Ponce de León, Sofía Bonilla Otoya, Sarah Konté y Wayzatta Fernández.
Septiembre 1, 2023