ARCO Madrid: Madrid, Spain

IFEMA MADRID, 6 - 10 Marzo 2024 
Abraham González Pacheco
Stand: 9NLM04
Sección: Nunca lo Mismo. Arte Latinoamericano 
Curaduría por Manuela Moscoso y José Esparza Chong Cuy
 

Las piedras hablan cuando la historia calla

 

En un inmueble próximo a ser demolido en la calle Gilberto Bolaños Cacho #34, en el corazón de la colonia Buenos Aires en la Ciudad de México (colonia caracterizada por sus altos grados de criminalidad), en los primeros meses del 2018, se descubrió un yacimiento arqueológico. En espera del proceso burocrático de valoración y catalogación, un grupo de arqueólogos improvisados emprendió labores de excavación de manera voluntaria por casi veinte días, especulando sobre el patrimonio histórico nacional poco antes de que la izquierda se asentara en el poder.

 

Lo anterior es, desde luego, una puesta en escena, un montaje realizado en la segunda sede del espacio independiente Biquini Wax EPS. Aquella instalación fue orquestada por el artista visual, dibujante, escenógrafo y excavador aficionado Abraham González Pacheco (San Simón el Alto Malinalco, 1989), quien concibió una fosa espuria donde el espectador, con pico y pala en mano, participaba en una supuesta excavación arqueológica que diera pie a un proceso especulativo en torno a la política, la identidad, el turismo local y la historia de México, recordándonos que ejercer el poder no sólo responde a cuestiones políticas, sino también a las decisiones de los múltiples agentes culturales y a la producción de conocimiento. Al parodiar los dispositivos de exhibición de la plástica precolombina en los museos, González Pacheco distorsiona relatos oficiales y sitúa en primer plano sectores invisibilizados por la hegemonía cultural. Sin ningún afán de adoctrinamiento, la apuesta de González Pacheco, diríase, es sembrar una semilla en la parcela de lo desconocido.

 

Para la muestra Las piedras hablan cuando la historia calla, González Pacheco retoma dicho yacimiento ficticio, dando continuidad a este ejercicio de anarco-arqueología. Desentierra, en primer lugar, planteamientos clave dentro de su obra —los paisajes periféricos y la especulación sobre el territorio a partir de la figura del torbellino—; en segundo, nos motiva a sacudir los cimientos de la arqueología nacional, evidenciando la facilidad con las que los gobiernos han edificado hitos históricos falseados. Por medio de una serie de alteraciones en ocasiones radicales a la anatomía y morfología de la cerámica precolombina, Abraham crea artefactos paradójicos e imposibles: obeliscos que no conmemoran algo en particular, representaciones simbólicas de nada, figuras que vomitan a sus antepasados.

 

El conjunto de dibujos de pequeño formato remite a los grabados de Frederick Catherwood incluidos en el libro publicado en 1841, Incidents of Travel in Yucatan del explorador norteamericano John L. Stephens, quien con sensibilidad romántica enalteció la “solemnidad” de las ruinas mayas. Al descubrir figuras enterradas en sus recorridos, Stephens comentó que “es probable que despedazadas y medio enterradas como están en la actualidad, fuesen en otro tiempo objetos de adoración y reverencia, y al presente sólo existen como recuerdos  mudos y melancólicos del antiguo paganismo”.1 Sin soslayar su aportación, la contracara del relato de Stephens es de saqueo, explotación e imperialismo. El desenterramiento de vestigios en el periodo decimonónico reforzó ideales criollos durante los albores del estado nación. Un curioso y poco conocido ejemplo es el de Austacio Zepeda, poeta invidente de Michoacán, quien en 1864 celebraba a la arqueología como “la antorcha que debe difundir alguna luz en las densas tinieblas que envuelven los anales de los antiguos michoacanos”.2

 

Varias décadas más tarde, la posrevolución consolidó los intereses estatales sobre la arqueología a partir del ambicioso proyecto encabezado por el antropólogo Manuel Gamio, quien delineó políticas de investigación generales sobre los restos arqueológicos del país.3 El diálogo instaurado con toda esta vasta tradición apunta al único hecho de que los relatos históricos oficiales son —de acuerdo con el historiador Federico Navarrete— dinámicas excluyentes que más bien instrumentalizan a las comunidades indígenas que participaron en esos mismos hallazgos.

 

Para Navarrete, “la arqueología se ha convertido en agente legal y en propagandista convencida de la ideología estatal y de su visión monolítica del pasado nacional; este hecho ha impedido el surgimiento de visiones más críticas de las sociedades prehispánicas”4, añadiendo que “los símbolos de la identidad mexicana definidos por la visión monolítica se han convertido en folclor comercial y en atractivo turístico”.5 En este panorama contradictorio de monopolización del patrimonio con el control del INAH, González Pacheco contesta, más allá de lo discursivo, a través de materiales y procesos. A medio camino entre lo artesanal y lo industrial, estas ruinas apócrifas combinan hábil y novedosamente técnicas del arte tequitqui con métodos de albañilería y aplicación de estuco. Sus materiales, pigmentos y óxido; baba de nopal y sal como aglutinantes.

 

- Juan Pablo Ramos.

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1 John L. Stephens, Viaje Yucatán 1841 - 1842, trad. Justo Sierra O’Reilly, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 75.
 
2 Citado en Gerardo Sánchez Díaz, “Una aproximación a la historia de los hallazgos arqueológicos y los registros etnográficos y lingüísticos en el Michoacán del siglo XIX”, Tzintzun.Revistadeestudios. históricos, no. 60, Michoacán, julio-diciembre, 2014. Disponible en línea, https://www.scielo.org.mx/ scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-719X2014000200005#_ftn10.
 
3 Retomo las ideas de Haydeé López Hernández en su tesis doctoral En busca de alma nacional: La construcción de la ‘cultura madre’ en los estudios arqueológicos en México (1867-1942), Universidad Nacional Autónoma de México, 2010, p. 104. Agradezco a Wendy Cabrera Rubio por la referencia
 
.4 Federico Navarrete, “Ruinas y estado: arqueología de una simbiosis mexicana”, Pueblos indígenas arqueología en América Latina, Cristóbal Gnecco y Patricia Ayala Rocabado, comp. Bogotá, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales; Banco de la República; Universidad de los Andes, 2010,p. 75
 
.5 Ibíd., 77.