Campeche se complace en presentar Arritmia, un performance del artista sonoro Darío Acuña Fuentes-Berain, quien interpretará una pieza comisionada en cuatro ocasiones distintas, la cual se desdoblará en nuevas versiones cada noche, transformadas por la reinterpretación de los escuchas, el talante del artista y el contexto de cada presentación.

 

El trabajo de Darío oscila entre contradicciones: la intención creadora vs. la asimilación de los espectadores, el virtuosismo vs. la experimentación, el caos vs. la estructura. Si bien Acuña comenzó su carrera desde el estudio formal y estricto de la música, a lo largo de su trayectoria como artista se ha reconciliado con la imperfección. La asimilación del error es central en su trabajo: “Es en el error o en lo poco planeado que siento que la música cobra vida”. Darío ve en la falta y en la inexactitud, una fuente de la cual surge lo inesperado, lo sorpresivo y lo compartido. Mostrarse vulnerable al cambio es, para él, una de las claves para lograr conectar con la audiencia en este tipo de experimentos sonoros.

 

Mas no todo es visceral y aleatorio en su exploración de los mecanismos inconscientes de la música. Arritmia nace del orden y la estructura (musical y teórica) y, de ahí, muta hacia la incertidumbre del caos. La configuración musical de sus piezas es minimalista, piensa en capas y en el paisaje total de la obra; su estructura se encuentra anclada en la teoría: entiende el ritmo como el elemento más primitivo e intuitivo de la música: “Me interesa que a los humanos les resulte más reconfortante escuchar la música que se asemeja a las pulsaciones de su corazón que la que sale de ese esquema”. Acuña considera que existen elementos prescritos o preconcebidos que deben ser tomados en cuenta dentro de la improvisación musical. No hay caos sin estructura ni estructura sin caos. La armonía es un baile que reconcilia a los opuestos.