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Al principio Alicia era una pintora de luz; camas en desorden, sillones, mesas. Espacios con los que hemos convivido en nuestro día a día.
Con el tiempo adoptó la oscuridad. Utilizando recogedores, plantas y sillas nos guió por un paseo a la luz de una lámpara. Su pincelada suelta se tornó en un perenne y emotivo recordatorio de sus vivencias. Sus pinturas han hecho una elevación de lo aparentemente irrelevante. Objetos que nos han acompañado y que despertaron su curiosidad por las más cosas simples: tabiques, cubetas y esquinas del hogar. Comparte una visión cargada de historias y la añoranza que las acompaña.
En Ente Vítreo la artista presenta una serie de pinturas en las que confluyen su apreciación por el objeto y el gesto. Se observa una evolución en su obra, un paso más a la simplificación de las formas. Sin embargo parece ser una conversación con su pasado y sus apuntes de luz.
Utiliza el cristal, material que se abre con un delta de interpretaciones: respecto al cuidado es resistente, longevo y duradero (incluso más que nuestra propia vida); frente al accidente frágil y quebradizo; ante el descuido potencialmente punzo cortante y lesivo (por pequeño que sea el fragmento).
El cristal sirve como sugerencia de la vulnerabilidad humana; de las posesiones, ideas, recuerdos y seres amados, de nuestra propia vida. Todo con una aparente entereza pero que, como el vidrio, exige una consciencia de la fragilidad ante el rigor que implica la existencia.
A través de líneas sutiles trabajadas a consciencia, Alicia sugiere contornos, volúmenes, distorsiones, transparencias y refracciones que nos pasean a travéz de cada cuadro y otorgan la posibilidad de completar espacios de abstracción. La obra invita a observar con detenimiento y con atención; a dejar que este frágil y violento material nos transporte a un momento de silencio y claridad.
- Diego Zelaya
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About the artist
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